Retomamos el relato…
Día Cuatro
El día de la verdad, el día que comienza oficialmente la práctica de Vipassana. Hasta este momento había sido tan solo una previa, un pre-calentamiento.
Ese día el horario se alteró un poco, a las 14:00 horas Goenka nos guió en la práctica. Antes que nada, habían tres cosas a cumplir en cada uno de las meditaciones grupales a partir de ese momento (tres por día):
1. Mantener los ojos cerrados durante toda la hora – Cualquier estímulo visual es una distracción.
2. Mantener la espalda y el cuello derechos – Seguramente hay alguna explicación relacionada con los nervios en la columna o algo así.
3. Mantener la misma postura durante toda la hora – Para poder obtener una mente quieta primero hay que obtener el cuerpo quieto.
Nuevamente las instrucciones eran muy simples, sentir las sensaciones en el cuerpo. Recorrer el cuerpo de cabeza a pie, sintiendo cada parte y las sensaciones que puedan surgir, sin darle más o menos importancia a cualquiera de ellas, sean placenteras o dolorosas. Solo observar.
Uno de los temas de debate sobre el budismo es que dice que todo ser humano ha nacido en esta vida para sufrir y vivir en miseria:
Sensación de placer –> anhelo por tener más de esa sensación de placer –> frustración al no tener esa sensación de placer que se desea –> sufrimiento/miseria
Sensación de dolor o malestar –> rechazo a seguir teniendo esa sensación de dolor o malestar –> frustración porque esa sensación de malestar no se va –> sufrimiento/miseria
Tanto las sensaciones de placer o de dolor generan miseria debido a las reacciones de anhelo o rechazo. El propósito de Vipassana es dejar de generar estas reacciones, denominadas SANKARAS. Los sankaras son energías negativas que se van acumulando en el cuerpo y eventualmente pueden manifestarse en enfermedades, agresión, mal humor, etc. Teniendo en cuenta que la energía no se crea ni se destruye y solo se transforma, se puede decir que los sankaras no desaparecen al morir y siguen existiendo a través de la reencarnación en otro ser (Siempre me he considerado sabia para mi edad, atribuyendo esa cualidad a haber vivido muchas vidas pasadas… antes lo decía en joda, pero ahora me gusta creerlo de verdad). La única forma de eliminar los sankaras es de la misma forma que se elimina la grasa del cuerpo. Primero hay que dejar de consumirlas y luego el cuerpo empieza a quemar las grasas que ya están en el cuerpo hasta que no quedan más.
¿Qué quiere decir esto llevado a la práctica?
Si logras controlar las reacciones inconscientes de tu cuerpo te va a resultar mucho más fácil y natural poder controlar las reacciones conscientes de tu mente. No importa qué experimente tu cuerpo físico durante esta ardua meditación, tu mente debe siempre mantenerse equilibrada y ecuánime. Es decir, se te parte de dolor la espalda? Perfecto! Siéntelo y vívelo, pero no generes un rechazo hacia ese dolor o incomodidad. Déjalo ser, acéptalo y sigue sintiendo las otras sensaciones que están sucediendo. Por otro lado puede pasar que sientas un flujo libre de energía/vibraciones que recorre todo tu cuerpo. Se siente genial! Pero pasan unos segundos, se va esa sensación linda y vuelve el dolor intenso. La clave está en dejar que suceda, no anheles ni busques esa sensación de unidad y placer. Ese dolor o placer que percibas es un sankara que está sacando tu cuerpo del stock de sankaras acumulados. La forma de “quemarlo” es no reaccionando.
El fundamento de esto es la ley de impermanencia, o ANICHYA (algo así, en el idioma antiguo de los budistas). Todo cambia, todo el tiempo, en todos los seres, en todas partes. Las sensaciones y las vibraciones en el cuerpo son parte de ese todo. Ningún dolor ni alegría dura para siempre. Pueden durar por mucho tiempo, pero no para siempre.
Volviendo a mi relato, la meditación ese cuarto día fue terrible! Goenka explica Vipassana en su voz pacífica y calmada, y al principio está todo bien; pero de a poco se va complicando la cosa y uno empieza a sentir incomodidades extremas. Aunque mi foco de atención estaba sintiendo un mechón de pelo que me caía sobre la nariz, era consciente de que en otra área estaba pasando algo mucho más fuerte e intenso que el cosquilleo que sentía en el rostro. Gradualmente empieza a intensificarse un doler en la espalda y el cuello. Un dolor muy agudo, como si hubiese estado tres días seguidos curvada frente a una laptop. Eventualmente, se pasa ese dolor y arranca otro aún más fuerte en las piernas. Siento un hormigueo. Siento que se duermen. Siento sangre acumulada que está apunto de reventarse a través de la piel (como una valija llena al 150% y se hincha por todos lados y parece que en cualquier momento estalla). Siento un hilo tirante entre cada pie y su rodilla. Siento calambres. Siento dolor y mucho malestar. No pude con mi ser y al cabo de casi una hora (creo) moví un poquito las piernas.
AHHHH!!!!! Que error! De repente me envolvió un espasmo angustiante por toda la parte inferior del cuerpo. Como cuando se te duerme un pie y al moverlo sientes pulsos eléctricos que te dificultan el movimiento, pero multiplicado. La sangre vuelve a circular, y eso hace algún efecto raro en el sistema nervioso y se siente espantoso. Tienes ganas de emitir algún sonido a modo de exteriorizar ese dolor, pero estás en una sala con doscientas personas meditando; a bancársela. Por supuesto que a esta altura, cualquier poco equilibrio mental que había conseguido se desapareció por completo y lo único que quería era que se pase el momento. Finalmente termina la sesión. Y, cómo se cumple la ley de impermanencia! En un momento se me parte de dolor el cuerpo y veinte minutos después estoy caminando en el patio, apreciando las mariposas, como si nada hubiese pasado…
Día Cinco en Adelante
Finalmente algo en mí hizo click. Este día iba a laburar bien. Ya había desperdiciado casi cuatro días envolviéndome en pensamientos pelotudos, y era hora de ponerme las pilas y arrancar. En la primera meditación grupal logré quedarme en la misma posición toda la hora, y después no volví a moverme en esas grupales.
Ese día tuve creo que una de las mejores meditaciones de todo el curso, en la cual llegué a un punto muy hermoso. ¿Qué se siente meditar? No te lo sabría decir con certeza…pero en esa ocasión fue genial. Logré pasar ese punto de dolor extremo en las piernas del día anterior. Lo volví a sentir pero esta vez me quedé quieta y no dejé que me interrumpa. No sé cuanto tiempo pasó y en un momento sentí mi cuerpo como una bola de átomos que vibran, una masa de materia, una masa de energía. Sin comprender la ecuación de Einstein, la estaba viviendo… (es increíble como todos los caminos, sean religiosos, científicos, artísticos o lo que fuere llegan a lo mismo) Por unos breves instantes los dolores intensos se habían disuelto y se mezclaban con las sensaciones más sutiles. No podía diferenciar el límite entre mis dedos, o entre mi mano y mi pierna, o entre mi pierna y el suelo… era todo una unidad. No sabía si pasaban segundos o minutos. Por momentos sentía que la distancia entre mis pies y mi cabeza era infinita y por momentos sentía que estaban al lado entre sí. Literalmente se rompen las barreras del tiempo y el espacio, todo dentro de los límites de tu propio cuerpo!
Por supuesto todo esto duró lo que asumo fueron instantes, pronto volvieron los dolores intensos recurrentes. No volví a tener esa experiencia tan lúcida, pero si fue mejorando mi concentración a lo largo de los días, tratando de aprovechar el tiempo que de a poco se iba terminando.
El día nueve recuerdo haber sentido mucho dolor durante las meditaciones, solo que ahora lo aceptaba mejor, y hasta disfrutaba cuando llegaba el momento de enfocar la atención en esas áreas. Primero el dolor era general, en toda la espalda, pero de a poco lo iba centralizando, encontrando el punto donde nacía ese dolor, y concentraba toda la atención en ese punto. Luego, la sensación ahí se disolvía y el punto de dolor se movía a otro lado, tal vez a un cm, o tal vez a diez. Y así sucesivamente hasta que recorría toda la espalda y era momento de seguir.
Me he hecho un par de masajes y las masajistas me han comentado que después de cada sesión tenían que salir al aire libre, andar descalzas, moverse un poco, o hacer algo para liberar toda esa tensión que habían recibido. Y claro, ahora tenía mucho sentido, según las enseñanzas de Vipassana! Una masajista te quita tus tensiones, tus sankaras, pero para sacártelos los adquiera ella. En este caso me estaba masajeando yo misma. En vez de ser con las manos ajenas lo hacía con mi propia mente. Y en vez de transferir esa tensión, la estaba disolviendo.
Posteriormente hablé con un par de personas para quienes este curso era su quinto o sexto. La pregunta natural fue, ¿es más fácil? Y la respuesta no tan natural fue que no. Que todo lo contrario, cada curso era más difícil que el anterior. Cada vez salen sankaras más profundos, más intensos, más impactantes.
Había quienes me dijeron que junto con el dolor físico le surgían de la nada recuerdos de momentos o instantes en los cuales fueron hijas de puta con alguien, o se portaron mal, etc. Repito, tal vez sea pésima meditadora…a mí no me surgían memorias del estilo…o memorias en general (si me encontraba pensando..pero no en recuerdos). Agradezco mucho a la vida porque la mía ha sido absolutamente increíble hasta ahora. Nunca viví algún trauma significativo, nunca sufrí enfermedades, nunca me faltó nada, nunca alguien me hirió de verdad, nunca me encontré en una situación donde tenía que cagar a otro para salir adelante, nunca tuve que prohibirme comidas, y nunca me faltó amor ni cariño. Ojo…no quiere decir que mi vida sea perfectita y yo sea una santa, eso sería ridículo. Simplemente que la mayoría de las cosas/vivencias hasta ahora no me pesan, al menos conscientemente, ni me generan culpa.
Me sentí muy identificada con las enseñanzas del curso. Fue poner en claro las ideas que vengo formando, en palabras más lindas y organizadas. Seguramente te pasaría lo mismo a ti…nada de lo que dice Goenka es nuevo. Todo lo que dice ya lo hemos leído, o visto en películas, o escuchado en canciones. Es tan solo una manera de darle estructura a todo esa información que constantemente nos llega y relacionarla con una práctica que estás haciendo.
Día Diez
Cuanto amor!!! Creo que nunca en mi vida sentí tanto amor puro, tanta felicidad, tanta buena onda, tanta energía como en el momento que se terminó el “silencio noble” y podía mirar a las chicas a los ojos. Si mal no recuerdo a las diez de la mañana Goenka nos enseñó meditación Metta, la cual se hace para vibrar positivamente y emanar ondas positivas hacia el universo, deseándole amor, compasión y armonía a todos, incluyendo a aquellos que te han hecho el mal. En realidad no tienes que hacer nada, Goenka hace sus cantos raros y sorprendentemente tus partículas entran a vibrar a una frecuencia muy placentera 😀 (puede que sea todo psicológico y en realidad la felicidad surja de que al fin se terminó el curso…) Sin más, Goenka nos liberó, diciendo que por las próximas horas podíamos comunicarnos entre nosotras, ir a buscar nuestras pertenencias y demás, pero todo sin tocarnos. Por la tarde tendríamos un par de meditaciones más y el último discurso. Al día siguiente tendríamos la onceava meditación matutina y ahí ya eramos libres para irnos.
Te revelo algo…Goenka falleció hace una año y medio y nuestro contacto con él fue meramente a través de reproducciones de audio y video de hace veinte años. Aún así lo amo a ese señor y para mí fue como que su esencia me acompañó durante todo el curso. Era un humano claramente excepcional. En su juventud era un empresario muy prominente y conocido en Bhurma, su país natal, de una familia adinerada y bien contactada. Eventualmente la vida lo llevó en un camino espiritual; comenzó como un intento para acabar con sus migrañas y terminó en la distribución mundial de la práctica antigua de Vipassana; incluso hay dos centros en Argentina, Buenos Aires y Córdoba. Sus discursos eran impecables, tanto en inglés como en hindi, llenos de gracia y compasión. Nos cagábamos de risa y en pocos días llegamos a querer a una persona que ya no habita este plano físico. El día diez, al liberarnos del silencio noble nos enfilaron afuera de la pagoda (un domo dorado parecido al de la foto del artículo) para pasar de a una a ver la celda donde meditó por años Guruji Goenka.
Me sucedieron dos cosas.
1) Estaba al final de la fila y mientras esperaba para entrar veo que sale Kala, la chica india que conocí en el tren yendo a Igatpuri, del templo pagoda. Kala me buscaba; cuando finalmente se cruzaron nuestras miradas fue una ola de alegría incomparable! Sonrisa de oreja a oreja por parte de las dos y los brazos en el aire saludándonos a la distancia. 😀 😀 Es absolutamente alucinante sentir algo así por alguien con quien compartiste en concreto tan solo momentos de conversación.
2) Las celdas dentro de la pagoda están organizadas formando circunferencias alrededor del centro del domo. Las celdas son pequeños cubículos de cuatro paredes, entre dos y tres metros cuadrados de superficie, con una pequeña luz blanca muy tenue. En lo personal me emocioné muchísimo al pasar por la celda de Goenka. Lo único que ves es la puerta de madera con un pequeño espacio adentro y un almohadón como los que usábamos nosotras en el Dhamma Hall. Una persona que ha hecho tanto por el mundo y por otros (para que te des una idea, cambió las leyes para poder dictar el curso de meditación en una prisión) pasó miles de horas en ese cubículo. Una persona verdaderamente grande y ahí ante mis ojos se encontraba la prueba de su magnífica humildad. De por sí soy muy sensible, pero ese momento fue uno de dos en los cuales realmente sentí una energía espiritual; que sentí esa riqueza espiritual que tanto se le atribuye a India. Al lado de la celda estaba, para indicarnos por donde ir, la señora del saree blanco que nos organizaba en el comedor. La miré a los ojos por primera vez y sentí tanta apreciación hacia esa mujer, cuyo ni nombre sabía, y tantas ganas de abrazarla fuerte. La única señal de esa gratitud fue juntar las palmas frente al pecho, agachar la cabeza y murmurar “Namasté.” En ese instante se me llenaron los ojos de lágrimas y de repente comprendí que en realidad no hacía falta abrazarla, las dos sabíamos que mi gratitud era sincera y no hacía falta siquiera decirlo.
El resto del día fue increíble. Conocí a las chicas que durante el curso se sentaban a mi alrededor y fue lindo poder compartir experiencias. Darnos cuentas que a todas nos pasaban cosas muy distintas, por que claro, cada una tiene un mundo muy diferente en su cabeza.. pero que a su vez todas vivimos cosas muy parecidas. Todas (cuando digo todas me refiero a la mayoría, por supuesto) nos quisimos reír del canto de Goenka el primer día, todas nos aprendimos los zapatos de las que nos rodeaban y tomábamos nota de quien estaba adentro de acuerdo a los zapatos que quedaban afuera, todas estábamos cansadas del arroz y lenteja, todas nos poníamos contenta cuando servían el arroz inflado con maní en vez de arvejas, todas nos sentíamos mal de chocarnos con alguien y no poder pedir disculpas, todas sentimos mucho dolor y desesperación, a todas nos costaron los primeros días de concentración, todas medíamos el horario del amanecer y atardecer con el canto de los cuervos, y todas pensábamos que una de las chicas era caracúlica/mala onda y nos llevamos una gran sorpresa al saber que era un cago de risa (de hecho una de las pocas personas indias que conocí en todo el tiempo que estuve ahí que conocía de Argentina, Buenos Aire y algunas de nuestras costumbres). A la noche incluso nos quedamos hablando hasta la madrugada en la terraza de nuestras habitaciones, en el valle de un pequeño cerro, bajo una noche totalmente estrellada, con una brisa refrescante, hablando de la vida, del problema de los países, las posibilidades de los jóvenes, las oportunidades de mejora, las trabas sociales y tanto más. Fue un día tan hermoso y enriquecedor!
No encuentro la palabra, así que la voy a inventar: humildante – adj. cuando alguna actividad, cosa, sujeto ejerce sobre alguien el sentimiento puro de humildad, eliminando el ego y en ocasiones la identidad. Uff, como me cuesta escribir definiciones, espero que se entienda…
Si…es humildante la experiencia. Ver a las personas como masas físicas llenas de interacciones cósmicas que suceden a nivel molecular, iguales a vos; dejando de verlas por sus características físicas o como consecuencias de sus experiencias. Suena cliché pero realmente te sientes uno con el universo, uno con el todo, parte de una energía hermosa que trasciende la identidad.
Era una onda expansiva de buenas energías, sonrisas, y felicidad en todo el predio. El idioma no me alcanza para describir el éxtasis que se siente. Hasta la palabra amor queda chica para lo que sientes por el mundo.
Realmente no sé qué más decir. Espero que a través de estas palabras haya logrado compartir esta increíble experiencia contigo, y espero haberte dado un poco de curiosidad y que algún día busques diez días libres para darle una oportunidad a algo así.
Sigo meditando? Lamentablemente debo admitir que no…no sigo meditando. Muy de vez en cuando tengo la disciplina para hacerlo. Aún estoy batallando con mi mente y mi ego pero sé que de alguna forma u otra quiero seguir el camino espiritual. Ya han pasado varios meses y cada vez estoy más convencida que Mr. Goenka predicaba un par de verdades.
Besotes gigantenormes!
Los dejo con el video del discurso del día uno, solo lo encontré en inglés.